En Mendoza

    
Existen leyes en concordancia las nacionales en concordancia las nacionales que prohíben el trabajo infantil. Son a modo de ejemplo, el Régimen Jurídico de Protección de la Minoridad (Ley 6354), y la Denominación de certificados de productos libres de mano de obra infantil (Ley 7.796). La Ley de Educación Provincial, por su parte promueve la igualdad de oportunidades. En su nuevo Anteproyecto de Ley que circuló a principios de este año invoca la Ley de Protección Integral de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes y sostiene la igualdad de oportunidades. Otro hecho relevante destinado a la erradicación del trabajo infantil es la creación de un organismo provincial estatal denominado COPRETI.
            A pesar de estos intentos por abolir el trabajo infantil en Mendoza, algunas investigaciones llevadas a cabo por Torres (2008) y Cerdá (2009) muestran que las valoraciones que los actores sociales del agro mendocino mendocinos dan a la problemática entran en discrepancia con la normativa vigente. Veamos un fragmento:
 
“una de las imágenes que más se reiteran cuando se analizan las narrativas que construyen los actores sociales del agro de Mendoza, está dada por la idea de que Mendoza es fruto del trabajo de su gente. Se había visto antes que esta idea – fuerza se materializaba en la imagen del labriego tesonero, es decir, del inmigrante de ultramar y luego de sus hijos que labraron la tierra, abrieron surcos, disciplinaron las aguas, domaron el desierto y crearon vergeles. (…)Es interesante destacar ahora que esta imagen se halla relativamente consensuada  particularmente entre los medianos y grandes productores del agro mendocino. Los datos parecen indicar que se está en presencia de una narrativa relativamente poco fisurada, según la cual el trabajo da frutos, el trabajo se aprende desde pequeño, el trabajo es cultura y esa cultura se hereda. Íntimamente vinculado a ello, si trabajar da frutos que se verifican en un ascenso en la pirámide social, la pobreza se explica en los mismos y simplificados términos, es pobre quien no trabaja o quien no heredó la cultura del trabajo.” (Torres, 2008)


Es decir, que en Mendoza todavía persisten otras posturas que  difieren con los acuerdos internacionales pero… estas valoraciones ¿Se pueden transferir a la realidad escolar? Este discurso ¿Estará instaurado también en el imaginario social de la escuela?
 Según datos arrojados por la EANNA (Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes) el porcentaje de los niños de 5 a 13 años que trabaja en Mendoza (8,8%), es mayor al promedio del país, especialmente en zonas rurales. En relación a los jóvenes entre 14 a 17 años en nuestra provincia, casi una tercera parte de la población trabajó en la semana de referencia, es decir, un 29,7% de alumnos. Por su parte EDSA (Encuesta de la Deuda Social Argentina) declara que uno de cada siete niños en las zonas urbanas de Mendoza trabaja. Estos datos empíricos manifiestan las grandes probabilidades de que nuestros docentes en su devenir profesional hayan tenido, tengan o tendrán alumnos que  trabajan. Vos...¿Has tenido alumnos trabajadores? ¿Bajo qué formas, actividades, labores, tareas? ¿Qué sabes de las actividades realizadas por tus alumnos? ¿Qué vínculos interpersonales, pedagógicos han construido con los alumnos que trabajan? ¿Qué estrategias didácticas desplegas con mayor frecuencia? ¿Son las mismas que con los demás compañeros?
       A continuación te mostramos un video realizado en Mendoza, por la Fundación "La Alameda" parte 1 (de tres). En estos se denuncian el reclutamiento a los menores, los traslados en camiones a fincas y galpones de empaque, donde los hacen trabajar más de 12 horas diarias.